martes, 25 de junio de 2013

Teatro inútil

Ponerse a beber el tiempo
y a la larga quedarse ciego,
como esos cementerios
o esas parroquias de pueblo
que ya no saben ni lo que hablan
ni lo que guardan.

O quedarse viendo el reloj,
comprándole el pasado a un segundero
al que no le importa nada,
como un historiador escribiendo biografías
de los que no son ni gente.

Eso es perder la vida,
hacerse viejo en la silla en la que se nace,
esperar que la muerte sea un papel en blanco.

¿Por qué no mejor esperar
que hagan falta actores en el reparto,
que la obra que otros actúan
no quede completa,
con final de cementerio blanco
tumba sin nombre.

Y que nos dejen actuar,
aunque sea para beberse el tiempo,
aunque sea para hacerle
bitácora al segundero,
para sentir una derrota buscada y elegida?


Eso es ganarse la muerte.