martes, 24 de enero de 2012

Pensamientos de Despedida para Oaxaca

Entre calles coloniales, colores, el fuerte sabor sin resaca del mezcal, los grillitos que venden fritos en los mercados, entre las figuras de la niña blanca, Catarina santa muerte; llegaron las voces del 2006, la historia, la represión, la lucha en medio de este pueblo que se afana en el turismo pero que aún así pone todo eso a un lado y toma las calles, el zócalo, las gigantescas iglesias con altares inmensos de oro puro indígena.

También el miedo, los muertos, las carabanas de la muerte, las ordenes de captura; veo la fotografía de una mujer, rasgos fuertes de su pueblo, tal vez zapoteca, no sé, es una anciana al frente de una barricada, mira profundo, narra determinación, no seguirá tolerando, habla desde la Asamblea Popular para los Pueblos de Oaxaca. Eso fue antes de que la agitación popular llevara al mal gobierno a una ingobernabilidad total la bella joya turística de Oaxaca, luego llegaron las tropas federales, una vez vencidas por el pueblo las tropas estatales.

Ahora es de madrugada, viajo en autobus de segunda clase -no tengo dinero para uno de primera, ADO o cualquiera, igual prefiero viajar así- rumbo al Distrito Federal de México, escribo esto en mi celular a fin de no olvidarlo; siento nostalgia y tristeza por dejar Oaxaca, siento que me faltó tanto y que ese tanto era tan vital. Me voy lleno rebozado, pero me faltaron tantas voces, tanta gente, pueblos, paisajes, la idea flotante de una vida acá. En parte ante el fracaso de querer abarcar tanto y no lograrlo siento que estoy en deuda y que debí aprovechar mejor el tiempo.

Ahora el autobus se detiene -el camión dicen- una de las ya típicas barricadas militares o policiales, hombres con rostro cubierto y armas pesadas registran. No sé como actuar ante la violencia que representan. No sé si tan siquiera puedo o debo mirarlos. Intimidan. A veces suben, finjo dormir acercandome a la anciana desconocida de al lado, ignoro si duerme de verdad o finge como yo. El camión está en silencio, es de madrugada, el cielo está muy oscuro, se ven muchas estrellas, es hermoso. Si quien registra me habla intento imitar el acento mexicano para que no me molesten demasiado. He pasado muchos retenes. Cierro los ojos y espero a que el sonido del motor anuncie que acabó.

Veo la barricada alejarse, está formada de esa especie de sacos y tiene varias ventanitas donde un militar con un arma vigila, pero el bus ya se aleja y se ve diminuta la barricada.

Ahora, sigo añorando a Oaxaca. Tus militares y la violencia que representan no han logrado que te ame menos, sé tan solo una pincelada de tí, pero no alcanzan los militares para callar tu rebelde belleza.

Pienso en como terminar la nota:

Desde algún punto de la ruta a México, despidiendome de tu estrellado cielo y de la profunda oscuridad de tus caminos.

Benjamín

1 comentario:

  1. Interesante versión de los hechos, cuando sea el momento de contar esta historia desde otra vista ha de ser interesante pensar en la idea de lo recorrido que pudo estar ese camino. Seguimiento al viaje de unos colegas, interesantres historias estan esperando ser contadas, imagino yo.

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