viernes, 9 de septiembre de 2011

Confesiones



El presente escrito corresponde a un viejo poema que escribí hace ya unos cuatro años. Es, para mí, realmente significativo pues fue respuesta, perdón, disculpa, pero más explicación, ante un dolor causado y un reclamo manifiesto en el poema de Girondo ¿Donde? Los primeros versos en cursiva corresponden a un epígrafe propio, los últimos, igual en cursiva, a un pensamiento al margen del poema y que respondía a otra cuestión del reclamo que originó este poema.



Confesiones




Las palabras pueden ser fuente de malentendidos,
y a veces de buenos entendidos,
quién sabe y qué será peor.


No estabas...
y ya era hora de que empezaras a estarlo,
porque aún no conozco como se deshace el mundo,
ni la quimera que me puebla.
Si hablamos de pecados ese es el mío:
se me hace imposible no crear figuras de vaho en los espejos
porque el aliento inevitable de mi boca se empeña en formarlas.


Yo tampoco quise amor y muerte a tragos,
no los conozco,
solo finjo que pueblan también mi casa,
tal-vez sí los quise...
... ... no lo sé...
... ... ... ... hay tanto que desconozco...
quizá en algún punto de mi vida los topé y me saludaron,
quizá mi orgullo se empeñó en no reconocerlos.


Lo cierto es que un niño solo
no crea castillos de arena
- esa es solo una ficción -
lo cierto es que más allá de los hechos no llega mi carne,
lo cierto es que mi historia es la historia de ese niño que atrapa luciérnagas
como si eso lo hiciera un hombre menos solo,
o como si eso lo hiciera al menos un hombre,
y a la hora de pensar en lo encontrado
descubre que no lo conoce.


Me alegra saber cuando alguien naufraga y sobrevive:
anhelo su carne,
por la simple envidia
del no poder sobrevivir de las mismas maneras,
porque cada vez que elijo un auxilio
este me envía más lejos,
como si mi único estado
fuese el fondo de los lagos,
el extravío absoluto del enajenado,
el poco decoro de fingir la vida.


Al final no sé quién soy ni quién me habita,
al final descubro que no soy más que mis actos,
que era verdad que unas cuantas palabras y sueños de poeta
no forman mis verdaderas manos
(como si tal cosa existiera)
la única quimera en mi mundo quizás soy yo,
y cuando lo pienso,
... ... ... deshago mis castillos
... ... ... ... ... ... y dejo ir a la luciérnaga.



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¡Que cruel es la búsqueda! si caminas y no alcanzas, la esperanza no se agota pero frustra; si alcanzas y escapa no te lo perdonas nunca y te dices que en realidad jamás hallaste nada, y si no encuentras llegas a pensar que no existía la utopía. Al final solo consigues placeres de en medio del camino, y la meta sigue flotando en las cortinas que decoran los horizontes. Es tan triste...
Pero si aceptamos tu principio quizá aún quede esperanza, y el camino de la vida se vuelva llevadero, eso nos facilitaría la vida y la muerte.


Imagen tomada de: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj32iOuAwAVoQJHEV4_EKLAymCZeRFR5UPULInyB_TecsRnAiHPEZtw1GN8vbRXgCzsKwW91Ns7m_fS07eQyyQhbuE7lOBYjQfKzQwsGqvgsric8-C3qUp0dubBy2xcuBtCFyttAAiAJW32/s400/soledad6.jpg

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