domingo, 18 de septiembre de 2011

Dividido

Hay partes de mí que siento infinitamente distantes.
Quien dijera que estoy acá,
que pienso esto o aquello,
que soy lo que nombro o lo que callo,
lo que pienso o lo que juego a ignorar,
mentiría de forma irrevocable.

No sé quién esparció
el cadaver en medio del camino,
la certeza será que cada trozo
tome vida,
muerte
pensamiento propio.

Inevitablemente habrá conflicto
y no sabré si vivo
o muero en el proceso,
no sabré si tomo bando,
partido en contra mía,
o si por el contrario ando de avanzada a mi favor.


La única certeza es un silencio
detrás de una sombra,
lo demás es duda.

martes, 13 de septiembre de 2011

Fastidio, incertidumbre, miedo



Podría yo quizá...
pero no, no lo haría,
para mí no tiene sentido,
preparar las armas,
tomar por asalto tus castillos que bien no existen,
robar el cariño que reclamo,
el afecto que sin deber asumo como deuda tuya que bien no querés.

Es tonto.
Ambos somos lo suficiente maduros
y lo suficiente ingenuos como para aherrojarnos en un solo anhelo;
vos bien con tus prejuicios que siempre sirven al menos para acallar escuzas,
yo con mis ilusiones demasiado a piel para asustarte,
demasiado... no sé,
tal vez ese afecto no seduzca y tanta desnudez te devenga
en cuerpo de llagas demasiado expuestas,
carne viva al aire que asumo como tesoro de tu espanto



Imagen tomada de:http://almibarimposible.files.wordpress.com/2007/12/incertidumbre.jpg


viernes, 9 de septiembre de 2011

Algunos apuntes sobre filosofía latinoamericana
















La filosofía latinoamericana está en crisis” apunta Christina Schramm (p.1) al inicio de su artículo La crisis de la filosofía latinoamericana y aclama una apertura de la filosofía latinoamericana con el fin de integrar a esta “el pensamiento indígena, afro-latinoamericano, feminista y de otras narraciones” (p.2), ante la caída de los metarrelatos y la fragmentación de la narración dominante se abre esta posibilidad.



No obstante cabe preguntarse si realmente esta narración dominante está “cada vez más cuestionada y por ende fragmentada en su lógica” (p.2) o si esto deviene por el contrario de la lógica misma del capitalismo transnacional, multicultural, verde si se desea, e incluso contrasistémico. De qué concluyamos de ese cuestionamiento se podrá concluir el carácter de la filosofía latinoamericana, o si tal cosa realmente existe.



En una modernidad que se presenta a sí misma como “líquida” (Bauman, 2002) tal liquidez no deviene en un estado real de las cosas: lo menos líquido en esta modernidad de apariencia líquida y sin metarrelatos continúa siendo el capitalismo, más bien cada vez más sólido, libre empresa, hegemonía cultural bajo preceptos de funcionalidad en un medio multicultural y encubierta bajo la democrática idea de globalización y Facebook como nuevo sujeto revolucionario (con sus Wiki-revoluciones) forman parte de las actuales sagradas escrituras .



Más que fin de los metarrelatos se puede hablar de una transformación de la hegemonía cultural que altera el carácter de los mismos, metarrelato es aquel formador de identidad, aquello que sirve no solo como horizonte para la reivindicación, sino también (y principalmente) aquel que conforma nuestro sentido común (en sentido schützeano) nuestro acervo de conocimiento a mano, si bien las antiguas formas de estos se oxidaron y disolvieron en esa liquidez con que Bauman califica a la modernidad, de la cual son a la vez causa, esto no implica que tal modernidad carezca de ellos, de hecho la sensación de tal liquidez, de que ya todo está perdido y solo queda la nostalgia, sigue una lógica similar, evidentemente existen otros más fácilmente perceptibles, como lo es la idea de la democracia como única vía política posible, además de moderna, justa y completa, de ahí que reconocidos autores aboguen por una profundización o radicalización de esta.



La filosofía latinoamericana no ha escapado de esto, la crisis a la que Schramm alude se ancla en lo anteriormente expuesto, los fundadores dan apariencia de estar obsoletos, el antiimperialismo se presenta retrogrado, atenta contra el progreso (gran sacrilegio, como quedó en evidencia durante la campaña a favor del TLC), tan solo es consigna de monstruos, el ser latinoamericano se torna imposible, se devela como ficción. Aunado a esto hay que agregar el carácter profundamente idealista de la filosofía que encalla la discusión en la posibilidad o imposibilidad de la filosofía latinoamericana (y del ser latinoamericano) sin realizarla.



No obstante la necesidad de “pensar América Latina” es ahora aún más vital que en las eras de esos fundadores; exista o no un ser latinoamericano lo cierto es que las condiciones de aniquilamiento en que se sistemáticamente existen (o dejan de hacerlo) gran parte de la población de la región y el aniquilamiento mismo posee una existencia ontológica, ética y socialmente innegable.



La crisis de la filosofía latinoamericana es sintomática, representa no solo el carácter que la modernidad da a la región, sino también la efervescencia de los movimientos sociales que se apoderan de ese campo antes reservado a intelectuales aislados. Esta “crisis” es lo que ha permitido el ingreso de nuevas visiones más integradoras y el cuestionamientos de antiguas formas no inclusivas, pensar Latinoamérica exige un cuestionamiento ecuménico, pues va anclado a reivindicaciones de nuevos actores sociales, actores que ya no son el partido, la clase obrera, ni tan siquiera el campesino, sino la mujer, el indígena, el homosexual, el transgénero, etc.






Pero ¿Qué es realmente Latinoamérica? Más allá de una cuestión geográfica o idiomática, la necesidad de conceptualizar una América Latina, Nuestra América, deviene de las condiciones de opresión, explotación y dependencia que sufre la región como un todo, del imperialismo (económico y cultural) y de su papel en el capitalismo transnacional (como materia prima, como mano de obra barata, como capital intelectual desdeñable, como servicios, etc.). Decir que Latinoamérica es una sola realidad sería una falacia histórica, negarlo en su totalidad sería otra.



America Latina no es occidente, no es parte de occidente (ni si quiera una parte despreciable o inferior) aunque es cierto que algunos lugares de ella si lo son, como decir la casa de jefe extranjero en el enclave de una Banana Republic, lo cierto es que el carácter de Nuestra América se asemeja más a una región occidentada, una región que padece, tanto por imposición externa como por auto-imposición, del pensamiento occidental y del desarrollo de occidente sin llegar a alcanzarlo y sin que los enunciadores del mismo se lo permitan, el latinoamericano es intrínsecamente un otro para el pensamiento hegemónico: habita en una región de inmensa riqueza pero lastimosamente poblada de latinoamericanos. Latinoamérica es occidentada y no occidente porque es excluida de definir los cánones de occidente, los cánones del desarrollo (recuérdese que es lineal, si lo alcanzas, desarrollado, sino, atrasado).



En el capitalismo transnacional y su lógica, el multiculturalismo, América Latina, se ve como una región a la que es menester respetarle su retraso, su pobreza y bien sus matanzas tropicales, como si tal cosa fuese autodeterminación, como si no llevaran nombre del (neo)colonizador, como si el multiculturalismo no se vinculara con la hegemonía y la opresión del capital transnacional.



Ante esto solo se puede responder con un empoderamiento creador, con una praxis liberadora, con auto-constitución de los sujetos, ya no cabe la pregunta por la autenticidad de una filosofía latinoamericana, no se puede partir de cero como si la región no hubiese padecido nada, como si las venas abiertas de América Latina no estuviesen sangrantes, es justamente esa historia la que provee el capital liberador que posee la región y que exige una filosofía que disipe la niebla con que el pensamiento hegemónico oculta no solo las caras de la opresión, sino la posibilidad de reivindicación.



Si realmente la filosofía en la región no es autentica entonces no es que no exista una filosofía latinoamericana, es que esta no es liberadora: nuestras producciones, al igual que todo, pueden conducir a esa emancipación, negarla, retrasarla u omitirla. Esto claro si se entiende por filosofía latinoamericana una cuestión geográfica o idiomática, pero si se le entiende desde la necesidad que se explicó anteriormente, es por definición autentica, desde y para América Latina, autentica pues implica una ruptura con el logos occidental, o mejor dicho, con su presunción de totalidad y le revela como pseudo-totalidad, que al presentarse como totalidad invisibiliza y excluye el pensamiento reivindicador, pues se trata de una totalidad que no lo incluye, el logos occidental no es dialéctico, sino lineal, se valida a sí mismo en la no-contradicción, las reivindicaciones latinoamericanas no tienen poder para definir esa totalidad que le es impuesta, como decir los derechos humanos, positivistas y occidentales; en los cuales no entran las demandas y reivindicaciones creadoras de los movimientos sociales. La autenticidad de la filosofía latinoamericana es la revelación y el rompimiento de esa pseudo-totalidad y creación o el aporte de un pensamiento que no solo sea inclusivo, sino que permita y sirva para que los sujetos en su autoconstitución y su empoderamiento como sujetos históricos, creen, piensen y recreen América Latina.


Debe ser desde y para América Latina (aunque este para no designa exclusividad sino dirección) pues se trata de un empoderamiento de sujetos que no poseían esa capacidad para regirse, liberarse y recrear su realidad, es decir se sujetos históricos de su propio destino, que se piensan y plasman sus propias reivindicaciones en un espacio de apertura.



Pensar América Latina es visualizar su papel y su rol a escala mundial y plantear la desenajenación, la descolonización, es ver el espacio de souvenir que la globalización (en realidad transnacionalización o internacionalización) le deja, es plantear y luchar por romper con la dependencia (económica y cultural), la violencia estructural, la mano militar, que impiden el empoderamiento de los sujetos al expulsarlos bajo pena de aniquilamiento de los espacios de poder. Es develar los espacios mismos de poder y las formas de relaciones interpersonales como falsas totalidades, producto de un capitalismo global, transnacional, que no obstante no pierde sus ejes. Es criticar que Facebook sustituya a los actores sociales como sujetos de nuestras reivindicaciones. Es criticar el desarrollismo y reivindicar un desarrollo propio, no lineal, donde los nuevos actores sociales, así como los viejos, hagan valer sus reivindicaciones y no tengan que estar en posición de vulnerabilidad, de ser aniquilados.


La región reclama una cotidianidad no represiva, incluyente, esto es una tarea que la filosofía no puede realizar por sí misma, solo los colectivos, los movimientos sociales, las comunidades con su emprendimiento común, pueden realizar esa tarea, la reivindicación no puede bajar del topus uranus de las y los filósofos y ser santo grial para las personas que habitan la región y meritan liberación de su condición de vulnerabilidad, dependencia o autodestrucción. El colapso no puede ser remediado por medio de una disertación, America Latina no será sujeto de su propio destino ni se salvará del colapso mundial con idealismos filosóficos solamente, estos pueden hacer conciente, despertar, pero nada más y aún tales acciones le superan.


Si bien se negara la existencia de algo como Latinoamérica y de reivindicaciones comunes, resultará terriblemente evidente que el colapso mundial es un asunto que compete a todos y todas, y que realmente si existen reivindicaciones comunes, globales de hecho; las que competen a la región tienen alcances globales, implican no solo deshacerse del opresor, sino que esta misma acción le libera también a él de su carácter de opresor que también lleva a su propia aniquilación.



La filosofía latinoamericana no debe buscar fundar metarrelatos, sino la posibilidad misma de que los sujetos puedan fundar sus propias reivindicaciones, así como denunciar los metarrelatos existentes que son opresivos, enajenantes, falsas totalidades, que se camuflan en la liquidez de la modernidad.







Bibliografía



Bauman, Z (2002) Modernidad líquida. México: Fondo de Cultura Económica



Cerutti, H. Memoria Comprometida. Heredia: Departamento de Filosofía (UNA). Cuadernos Prometeo N. 16




Gallardo, H. Para qué pensar. Accedido el 22 de abril del 2011 desde http://heliogallardo-americalatina.info



Martí, J. (2005) Nuestra América. Caracas: Editorial Ayacucho



Mora, A. (2005). La Filosofía Latinoamericana. Introducción Histórica. San José: EUNED



Salazar, A. (1976) ¿Existe una filosofía Latinoamericana? México: Siglo XXI



Schramm, C. La crisis de la filosofía latinoamericana. Heredia: Escuela de Filosofía (UNA).Hoja Filosófica. N. 14. pp. 1-2



Zea, L. (1980) La filosofía latinoamericana como filosofía sin más. México: Siglo XXI




Confesiones



El presente escrito corresponde a un viejo poema que escribí hace ya unos cuatro años. Es, para mí, realmente significativo pues fue respuesta, perdón, disculpa, pero más explicación, ante un dolor causado y un reclamo manifiesto en el poema de Girondo ¿Donde? Los primeros versos en cursiva corresponden a un epígrafe propio, los últimos, igual en cursiva, a un pensamiento al margen del poema y que respondía a otra cuestión del reclamo que originó este poema.



Confesiones




Las palabras pueden ser fuente de malentendidos,
y a veces de buenos entendidos,
quién sabe y qué será peor.


No estabas...
y ya era hora de que empezaras a estarlo,
porque aún no conozco como se deshace el mundo,
ni la quimera que me puebla.
Si hablamos de pecados ese es el mío:
se me hace imposible no crear figuras de vaho en los espejos
porque el aliento inevitable de mi boca se empeña en formarlas.


Yo tampoco quise amor y muerte a tragos,
no los conozco,
solo finjo que pueblan también mi casa,
tal-vez sí los quise...
... ... no lo sé...
... ... ... ... hay tanto que desconozco...
quizá en algún punto de mi vida los topé y me saludaron,
quizá mi orgullo se empeñó en no reconocerlos.


Lo cierto es que un niño solo
no crea castillos de arena
- esa es solo una ficción -
lo cierto es que más allá de los hechos no llega mi carne,
lo cierto es que mi historia es la historia de ese niño que atrapa luciérnagas
como si eso lo hiciera un hombre menos solo,
o como si eso lo hiciera al menos un hombre,
y a la hora de pensar en lo encontrado
descubre que no lo conoce.


Me alegra saber cuando alguien naufraga y sobrevive:
anhelo su carne,
por la simple envidia
del no poder sobrevivir de las mismas maneras,
porque cada vez que elijo un auxilio
este me envía más lejos,
como si mi único estado
fuese el fondo de los lagos,
el extravío absoluto del enajenado,
el poco decoro de fingir la vida.


Al final no sé quién soy ni quién me habita,
al final descubro que no soy más que mis actos,
que era verdad que unas cuantas palabras y sueños de poeta
no forman mis verdaderas manos
(como si tal cosa existiera)
la única quimera en mi mundo quizás soy yo,
y cuando lo pienso,
... ... ... deshago mis castillos
... ... ... ... ... ... y dejo ir a la luciérnaga.



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¡Que cruel es la búsqueda! si caminas y no alcanzas, la esperanza no se agota pero frustra; si alcanzas y escapa no te lo perdonas nunca y te dices que en realidad jamás hallaste nada, y si no encuentras llegas a pensar que no existía la utopía. Al final solo consigues placeres de en medio del camino, y la meta sigue flotando en las cortinas que decoran los horizontes. Es tan triste...
Pero si aceptamos tu principio quizá aún quede esperanza, y el camino de la vida se vuelva llevadero, eso nos facilitaría la vida y la muerte.


Imagen tomada de: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj32iOuAwAVoQJHEV4_EKLAymCZeRFR5UPULInyB_TecsRnAiHPEZtw1GN8vbRXgCzsKwW91Ns7m_fS07eQyyQhbuE7lOBYjQfKzQwsGqvgsric8-C3qUp0dubBy2xcuBtCFyttAAiAJW32/s400/soledad6.jpg

jueves, 8 de septiembre de 2011

Cartas de amor sobre la vida y la muerte (Fragmento)

Transcribo acá un leve fragmento de una serie de cartas que quisiera compartir, si todo anda de forma deseable, escribiré el texto completo apenas le revise.


Cuando yo me muera, y el tiempo cubra mi nombre con hojas secas y nuevos nombres, cuando ya no sea más que una nota olvidada, más que una rama echada al azar en el camino; tendrás tiempo para mirar que la vida camina sorda, indiferente, conmigo o sin mí sigue avanzando, quiza mejor o peor.
Solo vos seguirás, al final sabrás que solo te tienes a tí misma, por más terrible que parezca estás más sola que un náufrago en medio del desierto, eso lo sabe cualquiera, es un lugar común, lo que pasa es que aún ni sabes donde está, ni te crees el desierto. En la vida todo se va, yo, él, nosotros, el amor, el sexo, las paredes, los versos, la nostalgia, la muerte; solo vos seguirás perpetua, pero solo para tí misma, después de todo puede ser falso que existamos porque nos reflejamos en los ojos de los otros, pues cuando todo cierra sus párpados, los nuestros siguen abiertos, todo para ser testigos de la miseria.

Yo amáblemente te sugeriría no ser tan perenne.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Pabellón Idílico

La luz apenas se filtraba, la noche dejaba entrever sus profundidades entre oscuras ramas de árboles.

La maleza se había adueñado del pabellón, el lugar se había convertido en el sitio predilecto para los amantes nocturnos, el aire se enrarecía con las primeras lágrimas o bien hervía con el olor a sexo
se adaptaba al momento.

Lo único que nunca cambiaba era el silencio, la melancolía del silencio; esta fue la razón de que nos asombraramos cuando el sitio se llenó de música, una melodía triste clamaba la ausencia de realidad.

Todos se quedaron perplejos,
tapaban sus oídos.

Algunos fastidiados tomaron al músico y lo quemaron,
pero ya no tenía sentido,
había hablado.


La irrealidad, esa, verdad innegable,

cualquiera vería que el lugar denotaba al mágico, pero todos lo ignoraban, fingían no escucharlo y castigaban al que hablara.


Era solo un pasillo abandonado, inundado de árboles musgos y hojas secas, habitado por amantes utópicos y desleales; no tenía por qué ser mágico, y aunque lo fuera no había razón para romper la burbuja.

Pero el músico lo había hecho, nos mostró las deformidades del lugar,
desnudo nuestros cuerpos y nos enseñó una a una nuestras llagas.

Ahora el lugar ya no era mágico, ni los amantes tan geniales,
nosotros, solo éramos un grupo de borrachos,
en el peor tugurio del mundo.