sábado, 14 de abril de 2012

Para tatuarse sonrisas a golpes: Pesimismo en un mundo terrible

Para mí las visiones pesimistas resultan tal vez el pensamiento más sano en un mundo terrible.
O al menos resulta para un rato, no te sorprendes de los fracasos, ni de que las cosas no resulten, estás siempre al tanto del golpe sin esperarlo demasiado, pero que se sabe natural. Pero no soy en realidad pesimista, resulta que creo tan solo en un universo terrible: no es ni por un lado bello ni por otro abominable, sino todo mezclado, con claroscuros, con... con nada, vacío por sí y donde cualquier hecho es vano y neutro. Azar, casualidad, cuestión de que te toque esto o aquello y de que te jodas mucho, poco, nada, seas o no feliz.
Pero de lo bueno no hay queja, sino de lo malo, de lo triste o doloroso. Evidentemente esta molestia es muestra de traición y una ficción esperanzada: representa la no aceptación de lo terrible de la existencia, si esta se aceptara, no habría necesidad de quejarse de dolores existenciales, no sistémicos, sino tan solo existenciales; a su vez ficción, lo bueno y lo malo, o sus claroscuros, no lo son sino para quien lo padece, que planta esas excusas como modo de renuncia a su vida en fan o desprecio de otra.
De ahí que el pesimismo, el pensar la muerte y el suicidio sea un pensamiento sano, te enfrenta con lo único que exige batalla frontal, pero es a la vez miedo. Si se fuese realmente valiente si viviría o se moriría callado, con una cuasi sonrisa tatuada a golpes en la boca.

Soledad

Pasó que de repente me sentí solo y ya no quise más estar conmigo