martes, 28 de mayo de 2013

Nada 2

"Nada. Luego completo. Es para la cosa de tener una entrada mensual. Debo dos, pero estoy ocupado."

O al menos era eso, un impasse entre la tragedia que nos inunda cuando tenemos dos o tres cosas que hacer de mala gana (y ciertamente mal hechas) y una responsabilidad que antes no lo era, de esas que empezamos hacer porque nos decimos que nos gustan y terminamos haciendo por obligación.

O al menos eso decimos. Pongamos las cosas en claro, pocas veces las obligaciones son reales (lo que pasa es que no nos gustan las consecuencias) menos una cosa como teclear pedacitos de plástico y que se formen figuritas en una pantalla que de a poco te deja ciego, y que uno empieza por llamar letras, palabras, luego poemas, luego prosas, luego ya resignado y más sincero, notitas. Si uno escribe es porque quiere, tal vez sea porque quiere querer, o porque quiere la obligación de querer, o porque se quiere obligado y si no no se quiere tanto o se quiere distinto, ya en ese caso no hablamos de la voluntad de querer sino de cariño.

Y era que yo no quería y había dejado una nada mal colgada acá, y no cualquier nada, sino una con número "Nada 2" porque ya tenía una número 1 que dejó de ser nada cuando se hizo Casa. Les puse "nada" porque no sabía que poner antes de que mayo diera su último toque y me dejara sin notita del mes, una especie de autoengaño para decir que llevo un cronograma. Pero esta nada ya no pudo ser, al menos ya no pudo ser algo, tuve que hacer algo sin que dejara de ser una nada. Sucede que una nada es nada si no se nota, pero cuando alguien le encalla una mirada, un comentario, una crisabella, ya uno se ve forzado a cambiar de estrategia.

Por supuesto que las herramientas usuales no funcionan en casos así: escribir, teclear, redactar, todas palabras y acciones para hacer cosas. No tenía verbos que me indicaran como hacer una nada más bonita y no me alcanzaban los diccionarios, y la esperanza de montar un bakin improvisado desbordaba mi conocimiento en el arte del bakin -de verdad soy bastante malo en lo que a bakines se refiere, y además mi cuarto es un cuadrado de paredes con solo una ventana, bloqueada por un pájaro pechoamarillo celoso de que no abran la celosía donde hizo su nido, así que cosas con olor están estrictamente reglamentadas so pena de morir asfixiados o que los olores se vuelvan demasiado presentes y ya no se noten.

Así que tuve que inventarme mis propios verbos, cosa en la que tampoco soy muy bueno, yo funciono decorando los caminos habituales, no torciendo rumbos. Así que pensé en "garrapatear", así que garrapatie estas notas haciendo más larga esta nada con número de la que hablamos... pero la idea era demasiado poco salubre, además yo poco he interactuado con garrapatas como para convertirlas en verbo. Tampoco puedo benjaminear algo, pues un benjamín es por estos rumbos un aparato para hacer de un plafón de bombillo un tomacorriente.

Así que voy a crisabellear esta nada, aunque de crisabellas francamente yo no sé nada, pero siendo la culpable de que esta nada fuera permanente, bautizaré el arte hacer de una nada algo sin que deje de ser nada como un "crisabellear", debe ser algo así como ese guardar fotos en un álbum de nieve que decía Jorge Boccanera, o seguir el camino de hormigas alrededor de un árbol como Juan Bañuelos. Una de esas cosas que no tienen ni porqué y que te vuelven, de a ratos, en el tedio de la vida encerrado en cuatro paredes por los oficios, momentáneamente como la cola de un cometa quemándose a millones de kilómetros de distancia, más humano.

Yo había escrito nada como un impasse, una concesión al tiempo, una jugarreta para que mayo me esperara en junio y luego la corrigiera, pero no pudo ser. Cristabella llegó y volvió de esta nada un algo sin que dejara de ser nada. Así que la complete, la cristabellé, tal vez de mala manera -mea culpa en ese caso. Aunque bueno... si fue malo el resultado no importa, total apenas era una nada para hacer un rato menos feo.